Hagamos partido
El futuro de Peruanos por el Kambio como partido
En los últimos días, diferentes analistas han opinado sobre cuáles deberían ser los primeros pasos del nuevo Gobierno de Pedro Pablo Kuzcynski. Algunos incluso han deslizado la idea de que Peruanos por el Kambio (PPK), el flamante partido de Gobierno, sea una especie de grupo tecnocrático que se dedique solamente a elaborar las políticas de gestión durante los próximos años. Han dicho también que a PPK no se le debería exigir que se consolide como un partido político de masas.
Considero – como sostiene el consenso en la ciencia política – que los partidos políticos son fundamentales para el funcionamiento de la democracia. En tal sentido, al haber cumplido la cuarta elección democrática consecutiva, uno de los retos de nuestro país es que el partido que pase por el Gobierno se consolide como grupo político con representatividad sostenida en el tiempo.
Desde el 2001 hasta la fecha, los partidos que ganaron la elección terminaron prácticamente destrozados en el período subsiguiente a su período de Gobierno. Así por ejemplo, Perú Posible que obtuvo 45 legisladores al llegar al poder en el 2001, en el 2006 obtuvo apenas 2 escaños. El partido aprista que obtuvo 36 congresistas en el 2006, en el 2011 logró solo 4 espacios en el Congreso. Y el Partido Nacionalista Peruano pasó de 47 representantes parlamentarios a 0 para el período 2016 – 2021.
¿Las razones? Son muchas. Desde la debilidad de los partidos políticos de turno, la falta de cuadros, el desinterés del partido en fomentar liderazgos intermedios, las pugnas entre los militantes y el grupo tecnocrático del Estado, etc.
Sería importante para la democracia que Peruanos por el Kambio rompa ese maleficio de los partidos de Gobierno en el Perú. Si tanto aplaudimos haber llegado a la cuarta elección democrática, sería una linda herencia para la futura quinta elección democrática consecutiva que el partido que pasó por el Gobierno en el período 2016-2021 llegue al siguiente período con un respetable nivel de representatividad.
Llegar al poder debería ser un incentivo para que los partidos que ganen la elección se fortalezcan y formen liderazgos que los hagan perdurar en el tiempo. Que dejemos esa mala costumbre de armar un partido solo para ganar una elección. Que se fomente la militancia y que se construya una institucionalidad partidaria sólida. Que se respete la voz autorizada del partido. Ese el desafío que tiene la democracia en el Perú. Hagamos partido y no los destruyamos.