La informalidad de siempre
A propósito de la última derrota de la selección peruana por las Clasificatorias al Mundial Rusia 2018
Expulsión. Bronca. Frustración. Derrota. Lágrimas. Goles tontos. Goles fallados. Entrenadores cuestionados. Himnos pifiados. Distracciones en el juego. Falta de experiencia.
Todas son expresiones que escucho desde que veo el fútbol con uso de razón. En el Perú convivir con estas expresiones se ha hecho una costumbre, es parte de nuestra vida diaria futbolera. Es la historia de siempre.
Por eso cada vez que vemos un triunfo o una gran actuación de la selección peruana de fútbol nos sentimos raros, diferentes, con un semblante aliviado, como si hubiéramos ganado algún tipo de lotería. Cuando eso llega, sabemos en el fondo que esa sensación será sin embargo efímera. Estaremos esperando siempre la vuelta a la realidad, aquella de las expresiones negativas.
¿Por qué no podemos salir de ese agujero negro en el que se ha convertido nuestra pasión por el fútbol?
En nuestro país estamos acostumbrados a cambios de momento, a un maquillaje que nos servirá para una noche. Mentalidad cortoplacista que se origina tal vez en la sociedad fragmentada que tiene el país, con una enorme brecha social que la obliga básicamente a sobrevivir. Lo vemos en el bus destartalado que recorre la calles de Lima gracias a parchadas en su motor. O en las viviendas a medio construir que tienen las paredes de ladrillo sin tarrajear. O en los trámites que obviamos gracias a una ayudita. Una mentalidad que busca el beneficio inmediato y no le interesa el futuro.
Pero además vivimos en un país informal. Un país que sin duda tiene altos índices de crecimiento en los últimos años pero combinado con un alto grado de informalidad en todo nivel que no logramos superar. Esa informalidad se mete en el fútbol y se expresa en cualquier momento. En una expulsión tonta. En un cambio demorado. En una jugada mal definida. En un balón mal pateado. En un himno pifiado. En un Perú – Chile como el del último 13 de octubre.
La Federación Peruana de Fútbol podrá preocuparse mucho en darle condiciones de formalidad a nuestra selección de fútbol. Pero la alta informalidad social del país es capaz de erosionar cualquier intento de formalidad. Allí está el reto que tenemos hace tiempo. Y sin embargo hasta ahora no hemos sido capaces de enfrentarlo.